domingo, 16 de junio de 2013
¿Y qué pasa cuando te ahogas pero no estás bajo el agua?
Y te empeñaste en irte sin cerrar la puta puerta,
y ahora discuto a diario
con el cartero de los recuerdos
que revientan.
Y con la publicidad barata,
de las cosas mal hechas.
Son como la teletienda de los sentimientos,
'cómo-joder-en-media-hora-X-buenos-tiempos'.
Iluminados varios, con la misma
verborrea barata
de
los
titiriteros,
especialistas en dibujarte alfombras rojas,
que se evaporan,
como el vaho en una noche de lluvia.
Ironías del destino,
tengo el buzón a reventar,
y - oh sorpresa -
de repente te llegan unas facturas,
directas a la aorta,
que te taponan,
y comprimen,
y agotan.
Ey,
me cuentan que la cafeína te despeja,
el whisky desinfecta,
y la poesía hace de terapia.
Pero ey,
a ver quien es el listo que se sube al ring,
con los músculos cargados,
el sudor frío bajando por la espalda,
y sangre en los nudillos.
Qué fácil es establecer símiles
entre la publicidad,
y los rings,
cuando saltan de un lado al otro los jodidos fantasmas,
y querías escribir
cartas de despedida,
que no consigues arrancar.
Ah sí,
que te fuiste sin cerrar la puta puerta,
y estoy cansada de las corrientes de aire,
y de que se cuelen
los (d)olores.
Epitafio pues,
de los recuerdos,
visto que no puedo hacer otra cosa,
he de decir;
'Muérdete la lengua si vas a quedar bien
ahora,
que igual mañana,
te das cuenta de que solo
quedaron cenizas.
Por culpa de prender
en llamas
con palabras.'
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