Es curioso cuando parece que todo se pone en tu contra. Una mañana te obligan a volver a despertarte, y sin tener que salir de la cama. Un día de estos que has seguido con tu rutina, y que de pronto te ves otra vez cara a cara con una realidad que aparece por la esquina sin que la veas, y te pone la zancadilla.
Eso es.
Y acabas con las rodillas clavadas en el suelo, sangrando de nuevo. Cuando parecía que al fin todo se había ido organizando poco a poco, y tu habías ido curando heridas y acariciando cicatrices. Cuando parecía que había bajado la marea, de repente te vuelves a ver con el agua al cuello.
Todos esos fantasmas que habías ido ahogando uno a uno y encerrándolos en un baúl al fondo, y que parecía que habías conseguido contener han abierto otra vez la cerradura y te han atacado por la espalda. Polvorientos y enfurecidos, los muy hijos de puta se alinean entre ellos y forman un ejercito que no da tregua ni al corazón, ni al cerebro ni al sentido común. Y olvídate de que te den tiempo a recuperar el aliento.
Han crecido, y tu a su lado has mermado. Y lo saben.
'La tormenta perfecta' ha vuelto a llegar, e inocentes nosotros, no se nos ocurrió mirar la retaguardia y ahora tenemos encima las nubes, sin un refugio y a punto de diluviar. Paradójicamente se dice que la vida es aprender a bailar bajo la lluvia, pero cuando aparecen los fantasmas, a pocos le quedan ganas de mover los pies.
Lo peor, son los domingos que huelen a derrota. Cuando todo lo que sabes que si piensas demasiado te noqueará sin remedio, y aun así lo haces. En mi opinión somos adictos a la nostalgia.
Y al dolor que conlleva. Nos recuerda a la realidad. A esta que te tira de la cama y te pone la bota en el pecho, y de repente estás boqueando por un oxigeno que el fantasma de turno te raciona según le viene en gana.
¿Quién nos garantiza un minuto de tranquilidad para recobrar el aliento, cuando estamos en medio de un huracán que se está llevando lo conocido y lo que está por conocer, dejándote tirado, con las heridas abiertas de nuevo y un tacto de lija en las cicatrices y el paladar?
La realidad tiene un trastorno límite de la personalidad
y su cara oculta son los fantasmas hijos de puta.
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