Te preguntas cómo te quitaste las lentillas y en qué momento el móvil aparece entre las sábanas.
Noches de locos, tacones, chupitos y caras nuevas.
Salir a dejarse la vergüenza al fondo del vaso, morder los hielos y comerte la noche. Darle portazo a los fantasmas y malos tiempos, y dejarte llevar por la música, las risas y la incertidumbre del siguiente bar.
Que te pidan un mechero y regales una sonrisa,
que te guiñen un ojo y le hagas un corte de mangas al sentido común.
Que acabes volviendo a casa, con los tacones al hombro, tarareandole al amanecer el estribillo que se te quedó metido en la cabeza,
y contandole a tu sombra los secretos que nadie recordará una vez que salga el sol.
Eso es.
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