domingo, 15 de abril de 2012

Restos de lapiz de labios en el espejo.



Sales de fiesta. Cenas. Bebes. Te ríes. 
Saludas a alguien. Y luego a otro. Vas a un bar y ponen tu canción favorita. Bailas. Ríes. 
Te tomas un chupito. Ves a un conocido al otro lado de la barra.
Te saluda. 
Haces fotos. 
Te retocas el pintalabios.
Cambias de bar.
Otra copa.
Otra gente. Más conocidos. Más baile de máscaras. Cuanta más gente hay,
más pesa la indiferencia.
Sonríes. Y te das cuenta. 
Un beso.
Detrás, nada.
Bares. Copas. Gente. Risas.
Al día siguiente la resaca y el ¿Y luego qué? 
Efímero. 
El ejemplo de las noches perdidas y el bajón del alcohol.
Las frases tontas y los recuerdos a quemarropa. 
Gente que viene y gente que se va. 
Soledad. 
Preguntas a medianoche que se evaporan con los hielos de la copa.
¿Y luego qué? 


Buscar algo que te llene cuando no tienes nada que perder,
y tu mejor sonrisa grabada a fuego para no caer derrotada
ante
las apuestas de la locura a medianoche. 

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