lunes, 2 de abril de 2012

Automatismos varios.


Estas ganas que aparecen de repente, 
de desaparecer del mapa y decir 'Adiós, fue un placer' 
a los conocidos, enemigos y a los que están por venir, 
y darle la espalda a todo menos a los atardeceres de cerveza y gafas de sol, 
con las notas de las canciones que hacen sangrar 
de fondo
y las coordenadas de un futuro incierto desdibujandose en las nubes. 
Un calor que te recuerda que tienes piel,
 y unos hielos con tendencias suicidas que desgranan a los grados de la tarde,
sus últimas esperanzas, 
dejando, 
como último recuerdo, 
una copa aguada 
en la esquina de la mesa, 
que desafía a las sombras de los cactus y te invita a tomar otra más. 


Un tarareo que te devuelve al calendario de golpe y porrazo, 
y te deja un chichón en la frente,
para que aprendas. 


Unos pasos que te recuerdan a algo que nunca conociste,
pero te llena el conducto del sentido común,
de una niebla que se pega a las paredes cual garrapata,
en representación de la nostalgia
de un verano que nunca llegó. 


Venga, que nos quedan otros tantos amaneceres, 
como promesas por cumplir,
como batallas por perder, 
siempre y cuando, 
ganemos la guerra. 


Y mientras tanto, una paradita para coger aire,
y un 'ya nos veremos'
porque en el fondo, romantica empedernida,
nunca me gustaron los 'Adioses' de medio lado, ni las despedidas
que te dejan el regusto amargo del presente de indicativo del verbo
'echar de menos', 
y unas variables que pueden prolongarse mucho más tiempo,
de lo que debería estar legalmente permitido. 

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