jueves, 19 de diciembre de 2013

Streets outside your window.

De verdad que en días como los de hoy, la nostalgia es el plato del día;
y el menú te promete una sobredosis de tristeza,
al pasarte sin querer con el azúcar del café.

Es que no te imaginas lo que supone intentar cortar las cuerdas,
y alejarte cuando todas y cada una de las células de tu cuerpo
te pide exactamente
lo contrario.

No te imaginas lo que es sufrir bombardeos de recuerdos,
en cada paso de cebra, o en cada sitio por el que una vez
...pasamos.

No te imaginas lo que es darte cuenta de que a pesar de todo,
sigues debajo de mi piel, y de lo que eso revienta.
Lo que es saber que a pesar de que has puesto tu mayor esfuerzo,
en seguir,
hay algo que no te deja.
Y olvidar tampoco.

Por eso, ya cuando apareces de golpe y porrazo en mi cabeza,
me limito a invitar a un café a tu fantasma,
contarle cómo me ha ido el día, y prometer que mañana no te echaré tanto de menos.
He llegado a decirlo con tanta firmeza,
que casi me lo creo.

Pero aquí estamos, mis recuerdos, tu fantasma y yo,
compartiendo habitación, taza de café y canciones tristes;
por que la lluvia de fuera en vez de limpiar,
empaña.

Y como ya no tengo ni la fuerza ni los reflejos para ver venir
cuando vas a aparecer de nuevo,
me limito a dejar la puerta ya entreabierta.
Pasa y siéntete como en casa;
total.

Un día de estos tendré que ponerme a hacer cuentas
con mis adicciones, mis tristezas
y tu fantasma.
Que a este paso el índice de mis saudades,
y la bibliografía de tus desastres
van a hacer una obra maestra de cómo dejarse la piel,
cuando el fuego acabó hasta con las cenizas.



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